El post de hoy en MicroPost Marketing es algo más largo y más académico que de costumbre, pero creo que es un tema que lo requiere: Dedico el post de hoy a recopilar estudios sobre los efectos de la música en el marketing, más en concreto en el merchandising, en el punto de venta físico que es donde realmente libera su potencial. Los primeros estudios sobre los efectos
de la música se ocuparon básicamente
de recoger las actitudes y opiniones de
los gestores de establecimientos y de los
clientes.
En uno de estos estudios, el de Burleson en 1979, los gestores de los establecimientos
expresaban la creencia de que
sus clientes compraban más como consecuencia
de la música de fondo y que
la música tenía efectos positivos sobre el
estado de humor de los consumidores.
Sin embargo, cuando se les preguntaba
si estas creencias y opiniones se fundamentaban
en alguna investigación realizada
por ellos mismos u otras instancias,
todos sin excepción contestaron que no
o que no lo sabían.
En este mismo estudio, cuando se preguntó
a clientes de varios establecimientos
si preferían aquellos que tenían música,
casi tres cuartas partes de la muestra
contestaron de forma afirmativa, y, aproximadamente,
dos tercios decían que compraban
más o que probablemente compraban más en establecimientos con música de fondo.
¿La música,
como característica de una situación de
consumo, realmente tiene efectos sobre las
conductas de consumo?.
En uno de los primeros estudios realizados
en dos grandes supermercados se
encontró que la intensidad de la música
tenía efectos sobre la conducta de compra, así lo mostraron Smith y Curnow en 1966.
Los autores variaban
la intensidad en ocho situaciones
experimentales contrabalanceadas, en
unos casos la intensidad era alta y en otras
baja. Se encontró que cuando la música
era fuerte la permanencia en el establecimiento
era significativamente menor que
cuando era suave, aunque no había diferencias
significativas ni en las ventas ni en
el nivel de satisfacción expresado por los
consumidores.
Milliman en 1982 consideró que parecía más apropiado
estudiar los efectos de diferentes dimensiones
de la música en situaciones específicas
(suave-estruendosa, rápida-lenta)
que pretender obtener conclusiones generales
sobre sus efectos. De acuerdo con esta
consideración, investigó el impacto de
la música en los procesos de compra; para
ello manipuló el ritmo de la música de
fondo con el propósito concreto de ver como
podría afectar a los clientes de supermercados. Los resultados
indicaban que el ritmo del flujo de los compradores
dentro del supermercado era significativamente
más lento con la música
lenta que con la música rápida. También
encontró diferencias significativas en el volumen
de venta diario.
Los mayores volúmenes de venta estaban consistentemente
asociados con las cadencias musicales lentas
(aproximadamente un 38% más), mientras
que las ventas más bajas estaban asociadas
a las cadencias rápidas.
Según estos resultados, parece que a
medida que el consumidor se mueve más
lentamente por el establecimiento tiende
a comprar más y, por el contrario, a medida
que se mueve más rápido tiende a
comprar menos. Cabe señalar además que
la mayoría de los compradores no fueron
conscientes de la música de fondo.
En uno de estos
estudios, en concreto el de Areni y Kim en 1993, se utilizaron
diferentes estilos de música de fondo
en una tienda de vinos. Los resultados
mostraban que los consumidores compraban
vinos más caros cuando la música de
fondo era clásica que cuando era moderna y en consecuencia,
se gastaban más dinero.
Todos los estudios citados y otros muchos no citados muestran una evidente relación entre la música como variable ambiental y el marketing, los procesos y las ventas, hasta en niveles en los que la medición de estos resulta imposible.
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